Las patas de gallo son arrugas que aparecen en el ángulo externo de los ojos, extendiéndose hacia las sienes. Deben su nombre a su parecido con las patas de un gallo, y aunque pueden aparecer a cualquier edad, son más comunes a partir de los 30 años.
Su aparición se debe a la combinación de varios factores, entre ellos:
- Movimientos repetitivos: Cada vez que sonreímos, entrecerramos los ojos o hacemos cualquier otro gesto facial, los músculos debajo de nuestra piel se contraen y, a medida que pasa el tiempo, estas contracciones repetidas pueden llevar a la formación de arrugas dinámicas, como las patas de gallo.
- Pérdida de colágeno y elastina: Con el paso del tiempo, nuestra piel produce menos colágeno y elastina, proteínas que le dan a la piel su estructura, flexibilidad y elasticidad. Esta disminución en la producción de colágeno y elastina hace que la piel sea más propensa a la formación de arrugas, incluyendo las patas de gallo.
- Exposición solar: La radiación ultravioleta (UV) del sol es uno de los principales factores que contribuyen al envejecimiento prematuro de la piel. La exposición prolongada y sin protección a los rayos UV puede dañar las fibras de colágeno y elastina en la piel, acelerando la aparición de arrugas.
- Genética: La predisposición genética juega un papel importante en la determinación de cuándo y dónde se forman las arrugas. Si tus padres o abuelos tienen patas de gallo pronunciadas, es más probable que tú también las desarrolles a una edad temprana.
- Tabaquismo: El tabaco contiene sustancias químicas que dañan el colágeno y la elastina, acelerando el proceso de envejecimiento de la piel. Los fumadores tienen una mayor probabilidad de desarrollar arrugas prematuramente, incluyendo las patas de gallo.
Diferencias entre arrugas dinámicas y patas de gallo
Es importante diferenciar entre las arrugas dinámicas, que son aquellas que aparecen solo al gesticular, y las patas de gallo, que ya están marcadas en el rostro incluso cuando no se está moviendo el rostro. Las arrugas dinámicas son las primeras en aparecer y con el tiempo, si no se toman medidas preventivas, pueden convertirse en patas de gallo permanentes.