Muchas personas sienten la piel más seca y tirante en invierno, por el frío, y más imperfecciones en la cara debido al calor del verano. Estas diferencias se pueden relacionar con la influencia que el clima tiene sobre la piel.
La acción del clima también impacta sobre el envejecimiento de la piel, junto con otros factores ambientales, como la radiación solar o la contaminación.
Efectos
Las condiciones atmosféricas producen unas respuestas biológicas concretas en la piel:
- Calor: el incremento de temperatura de la piel se relaciona con la exposición a radiación IR (infrarroja), que en nuestro organismo se transforma en calor, o una exposición directa a fuentes de calor que incrementan la temperatura y dan lugar a cambios en la piel que generan una aceleración del envejecimiento denominado “envejecimiento térmico”.
- Temperaturas cálidas y humedad: el aumento de la temperatura ambiente favorece la sudoración, lo que se relaciona con un incremento de los brotes de acné en pieles grasas. Además, debido a la obstrucción de las glándulas sebáceas, en ocasiones se pueden aparecer erupciones cutáneas.
- Frío: se relaciona con una menor síntesis de lípidos, lo que genera una mayor pérdida de agua y una alteración de la función barrera. Como resultado, la piel se vuelve más seca y puede presentar tirantez, picor, rugosidad e incluso rojeces.
- Humedad atmosférica: la piel es una barrera que nos aísla y nos protege, pero también permite intercambios con el entorno
o Baja humedad relativa del aire (presión atmosférica alta): la piel presenta una mayor pérdida de agua, lo que genera una reducción de la hidratación y la piel puede llegar a deshidratarse, apareciendo descamación e incluso picor.
o Alta humedad relativa del aire (presión atmosférica baja): aumenta la hidratación en la capa córnea de la epidermis.
El efecto del calor en la piel
Diversos estudios científicos han tratado de dilucidar la repercusión del clima sobre el envejecimiento de la piel. La variable más estudiada ha sido la referente a la temperatura. Los resultados obtenidos apuntan a que las altas temperaturas pueden contribuir a la aparición prematura de los signos de envejecimiento cutáneo.
La piel temperatura media de la piel es de unos 33º C, aunque puede variar en función de la temperatura ambiente. Una de las fuentes a las que nos exponemos de forma diaria es el sol. La radiación infrarroja es una de las radiaciones que llegan a nuestra piel durante una exposición directa al sol. Esta radiación se transforma en calor en el interior de nuestra piel, aumentando su temperatura, que puede alcanzar los 40ºC. Cuando se supera esta temperatura se produce en la piel el denominado “shock térmico”. Esta situación genera la formación de nuevos capilares sanguíneos, la activación de procesos inflamatorios e incluso aumento del estrés oxidativo que podría dañar las células y aumentar la expresión de enzimas que degradan proteínas.
Este fenómeno se ha denominado “envejecimiento térmico de la piel”. Sus daños han podido identificarse en la piel de trabajadores que están sometidos a altas temperaturas durante buena parte de sus jornadas laborales. Es el caso de los panaderos, cuyos brazos y manos se exponen a las altas temperaturas de los hornos, o de sopladores de vidrio, que sufren los efectos del calor en la cara.
Las investigaciones realizadas no han podido demostrar que el frío en la piel tenga efecto directo sobre su envejecimiento, si bien es cierto que la exposición a temperaturas muy bajas durante un tiempo continuado puede provocar otros efectos indeseados como la tirantez, la falta de hidratación o la alteración de la función barrera.
El clima, uno de los integrantes del exposoma
Las temperaturas muy altas o muy bajas de los climas extremos impactan de forma negativa en la piel sana y en personas con patologías cutáneas se puede observar que pueden afectar a la intensidad y evolución del proceso.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la importancia de este efecto es su interrelación con otras exposiciones del individuo, que pueden actuar de forma sinérgica, potenciando los efectos visibles en la piel.
Todos estos factores y su impacto conjunto y acumulado en la piel a lo largo del tiempo es lo que se conoce como exposoma:
- La radiación solar
- La contaminación
- El tabaco
- El clima
- La dieta
- El estrés
- La calidad del descanso
Su importancia es tal, que se calcula que el 80% del envejecimiento es debido al exposoma, mientras que tan solo el 20% restante respondería a la genética de la persona. Además, es importante tener en cuenta el impacto que puede suponer en la incidencia, evolución y gravedad de determinadas patologías cutáneas.
Otros elementos que afectan al aspecto de la piel: el exposoma
A menudo estamos condicionados por los efectos de la temperatura en nuestra piel, pero hay algunas medidas que podemos tomar para reducir su impacto y mejorar el aspecto de la piel:
- Calor: establece una rutina de limpieza diaria. Lava tu piel al levantarte y antes de acostarte para eliminar los restos de sudor y grasa, toxinas, piel muerta y partículas contaminantes. Así conseguirás que tu piel elimine partículas y sustancias que pueden alterarla. Recuerda hidratarte siempre, ya que ayudarás a mantener los niveles óptimos de hidratación. Como recomendación: las texturas más ligeras, que aporten sensación acuosa son más fáciles de aplicar durante las épocas de calor o humedad. Recuerda aplicar protección solar, o bien que esté incluida en la crema hidratante. Tenlo siempre presente en tu rutina la protección solar durante todo el año. No olvides que en épocas de temperaturas muy elevadas o si trabajas con fuentes de calor, antes de la crema hidratante utiliza un producto antioxidante, puesto que uno de los efectos del calor es el aumento del estrés oxidativo en la piel.
- Frío: en épocas de frío intenso utiliza cremas hidratantes ligeramente más nutritivas, ya que se reduce la producción de lípidos; de esa forma ayudarás a compensar la sequedad y la deshidratación de la piel. En tu higiene diaria utiliza productos específicos que respeten el equilibrio de tu piel. No olvides la protección solar, ya que los la radiación ultravioleta A es constante durante todo el año y es capaz de atravesar las nubes y los cristales