Diversos estudios científicos han demostrado que la polución tiene un impacto directo en nuestra salud a corto y largo plazo.
La piel es la barrera fundamental de nuestro cuerpo, por lo que sufre severamente las consecuencias de la polución. Otros factores también impactan sobre ella de forma concomitante y sinérgica. Como resultado, el proceso del envejecimiento se acelera y sus signos visibles se acentúan.
Los efectos de la polución en la salud
Conocemos desde hace tiempo que la polución ambiental produce consecuencias peligrosas sobre nuestra salud. Las partículas de materia presentes en la atmósfera dañan nuestro organismo y afectan al correcto funcionamiento del mismo. Hoy en día se ha establecido la relación que existe entre la polución y ciertas patologías y alteraciones del organismo.
La incidencia sobre el aparato respiratorio o el cardiovascular ha sido puesta de manifiesto y documentada ampliamente en la literatura científica, ya que presenta un gran impacto en la sanidad. Sin embargo, otros órganos y sistemas se han comenzado a estudiar recientemente, como es el caso del impacto de la contaminación en la piel.
La contaminación del aire y sus consecuencias para la piel
En nuestro día a día nos exponemos a la contaminación del aire, tanto en el exterior como en el interior de los edificios. La contaminación supone cualquier sustancia química, partícula de materia o agente biológico que modifica las características naturales de la atmósfera.
Los principales contaminantes que clasifican en:
- Partículas de materia (PM): sustancias sólidas en suspensión
- Gases: dióxido de azufre (SO2) óxido de nitrógeno (NO y NO2) y ozono (O3)
- Hidrocarburos aromáticos, que son transportados por las partículas de materia.
Estas sustancias suelen estar presentes en bajas concentraciones en la atmósfera; sin embargo, cuando esta concentración aumenta se forma la denominada “boina”, una especie de niebla que puede apreciarse si miramos el núcleo urbano desde lejos.
Los contaminantes encontrados en el aire pueden absorberse directamente a través de las glándulas sebáceas y los folículos pilosos, pudiendo influenciar diversas alteraciones de la piel como la dermatitis atópica, los ezcemas o la urticaria.
Además, los estudios epidemiológicos han demostrado que la exposición prolongada a la acción a las partículas de materia (PM) o de gases (NO2 y O3) tiene un papel fundamental sobre el envejecimiento de la piel (aumento de manchas, arrugas), algo que se hace más evidente cuando se compara el envejecimiento de las personas que habitan en zonas de elevada polución, frente a las que habitan en zonas con menores índices de polución.
Radiación solar y contaminación, un binomio muy perjudicial
El impacto de la polución en la piel no puede ser entendida únicamente de manera aislada, sino en combinación con otros factores ambientales que condicionan su acción y el alcance de los daños provocados. En concreto el efecto catalítico de la radiación UVA ha sido demostrada.
La radiación UVA y visible puede interactuar con los hidrocarburos aromáticos generando daño a nivel de lípidos, ADN o proteínas. Diversos estudios han demostrado que la combinación de ambos factores aumenta la cantidad de radicales libres en la piel en mayor medida de lo que provocan por separado. Estos datos confirman el efecto sinérgico de los dos componentes.
Recomendaciones
La protección de la calidad del aire es la parte más importante en la lucha contra los efectos de la contaminación en la salud.
En el caso de la piel, para reducir el impacto de la polución en la piel, las medidas para incluyen:
- Mantener una correcta higiene diaria para eliminar las partículas de materia que se acumulan a lo lardo del día sobre el rostro. La higiene con un producto específico por la mañana y por la noche
- Uso de productos tópicos que puedan reforzar la función de barrera de la piel, con el objetivo de reducir la penetración de los agentes contaminantes. Así mismo, la aplicación de antioxidantes para reducir el estrés oxidativo
- También es imprescindible la fotoprotección diaria contra la radiación UV, ya que el sol es el factor que más incide en el envejecimiento acelerado de la piel.